Gracias al impulso real y a los esfuerzos de la diplomacia marroquí… Ecuador refuerza su apoyo a la integridad territorial del Reino con la inauguración de su embajada en Rabat

ALDAR / Meryem Hafiani
La República del Ecuador inauguró oficialmente su embajada en la capital, Rabat, en una decisión que marca un cambio significativo en las posturas de varios países de América Latina respecto al Sáhara marroquí. Esta acción se enmarca en la dinámica estratégica lanzada por Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios lo asista, con el objetivo de consolidar el reconocimiento internacional de la integridad territorial del Reino y de promover la iniciativa marroquí de autonomía como una solución realista y práctica al conflicto regional artificial.
La visita a Marruecos de la ministra de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana del Ecuador, Gabriela Sommerfeld, se produce en una nueva etapa de las relaciones bilaterales entre Rabat y Quito. Esta dinámica se inició tras la decisión soberana adoptada por Ecuador el 22 de octubre de 2024 de suspender su reconocimiento de la autodenominada “República Saharaui”. Una decisión que constituye una clara señal del creciente respaldo internacional a la propuesta marroquí de autonomía, la cual ha sido calificada en varias ocasiones por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como seria y creíble.
Este giro en la posición ecuatoriana responde al impulso generado por la diplomacia marroquí, bajo la dirección directa de Su Majestad el Rey, un impulso que no solo busca reforzar los vínculos bilaterales, sino también ejercer una influencia tangible dentro de los organismos de las Naciones Unidas.
La decisión de Quito adquiere especial relevancia debido a su pertenencia al Comité Especial de Descolonización de la ONU, así como a la Cuarta Comisión de la Asamblea General, lo que otorga a sus posturas un eco internacional que refuerza la legitimidad de la posición marroquí en los círculos decisorios de las Naciones Unidas.
La apertura de la embajada ecuatoriana en Rabat no solo representa un gesto simbólico de apoyo creciente, sino que también constituye una expresión práctica de la convicción cada vez mayor en la justicia de la causa nacional marroquí. Forma parte, además, de una tendencia creciente en América Latina, donde numerosos países están empezando a reconsiderar sus posturas pasadas, en consonancia con las realidades geográficas, históricas y la legitimidad de la propuesta marroquí.
Este avance no habría sido posible sin la visión esclarecida del Rey, quien ha sentado las bases de una diplomacia proactiva, basada en la vinculación de los intereses económicos y de desarrollo con el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre sus provincias del sur. Una estrategia que hoy da sus frutos mediante posturas concretas y alianzas prometedoras, que están redefiniendo el mapa diplomático del apoyo a la causa nacional en el ámbito internacional.