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Níger se retira del proyecto ficticio del gasoducto entre Nigeria y Argelia

Níger se retira del proyecto ficticio del gasoducto entre Nigeria y Argelia

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En un desarrollo notable que refleja el cambio en los equilibrios de las alianzas regionales, Níger anunció oficialmente su retirada del proyecto del “Gasoducto Transahariano”, que conectaba Nigeria con Argelia, profundizando así las dudas sobre el futuro de esta iniciativa que ha permanecido durante décadas atrapada entre promesas y declaraciones.

El proyecto, que teóricamente se extendería por más de 4.000 kilómetros, tenía como objetivo transportar el gas nigeriano a través del territorio nigerino hacia el norte, pasando por Argelia, para posteriormente exportarlo a Europa. Se promovió como un proyecto estratégico que reforzaría la seguridad energética europea y proporcionaría enormes ingresos a los tres países africanos involucrados. Sin embargo, la realidad ha sido completamente diferente.

La decisión tomada por Níger no puede separarse de los cambios políticos y de seguridad que ha experimentado el país en los últimos meses, especialmente tras el golpe militar y el cambio en el mapa de alianzas internacionales, con Niamey acercándose a países como Rusia y Turquía y alejándose de sus socios tradicionales, en particular Argelia.

Observadores consideran que la retirada de Níger refleja una pérdida de confianza en la viabilidad del proyecto, especialmente tras décadas de retrasos sin avances concretos sobre el terreno, ante la falta de una voluntad política real y la existencia de grandes desafíos de seguridad, especialmente en las zonas afectadas por la presencia de grupos armados.

La retirada de Níger no significa el abandono de sus ambiciones energéticas; por el contrario, el país está mirando seriamente hacia alternativas más realistas, en particular la cooperación con Nigeria para construir gasoductos dirigidos hacia África Occidental, especialmente hacia el puerto marítimo de Benín, lo que le abre nuevas perspectivas de exportación a los mercados globales a través del océano Atlántico.

Además, Níger busca fortalecer sus nuevas asociaciones con países como Malí y Burkina Faso dentro de la Alianza del Sahel, donde los proyectos energéticos podrían desempeñar un papel clave en el fortalecimiento de la cooperación económica entre estos países, que están redibujando sus políticas lejos de la influencia francesa y tradicional en la región.

La retirada de Níger ha reavivado una pregunta que lleva años planteándose: ¿fue este proyecto solo un sueño ilusorio e irrealizable? La realidad demuestra que el Sahara no era el único desafío, sino que las tensiones políticas, las preocupaciones de seguridad y la falta de financiación real fueron factores que contribuyeron al estancamiento del proyecto.

Hoy, con la creciente competencia mundial por las fuentes de energía, Europa —que esperaba que este gasoducto fuera una alternativa al gas ruso— podría verse obligada a buscar opciones más estables, ante las perturbaciones y profundas transformaciones que vive la región del Sahel africano.

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