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Marruecos y Brasil trazan un nuevo camino estratégico: un puente económico entre África y América Latina

 

 

ALDAR/ Meryem Hafiani

Marruecos y Brasil han anunciado una nueva etapa en su asociación estratégica con el objetivo de establecer un corredor económico que conecte África con América Latina. Esta iniciativa, presentada durante el Foro LIDE celebrado en la ciudad de Marrakech, no se limita a reforzar la cooperación bilateral, sino que aspira a rediseñar el mapa comercial y de inversiones del eje Sur-Sur mediante ambiciosos proyectos que abarcan los sectores del comercio, la energía, la innovación, la tecnología y el turismo.

Este acercamiento entre Rabat y Brasilia no surge en el vacío. Refleja una creciente conciencia en las capitales emergentes sobre la necesidad de superar los modelos económicos tradicionales impuestos por el sistema global durante décadas. Marruecos, que en los últimos años ha consolidado su posición como plataforma económica y logística regional que conecta África con el resto del mundo, se perfila hoy como un socio ideal para actuar de puente entre el continente africano y Sudamérica. Por su parte, Brasil, la mayor economía de América Latina, busca diversificar sus alianzas más allá de los ejes tradicionales y explorar nuevos mercados y socios con los que comparta visión e intereses.

El encuentro entre los líderes de la Confederación General de Empresas de Marruecos (CGEM) y sus homólogos del grupo empresarial brasileño LIDE no fue una simple ceremonia protocolaria, sino una oportunidad clara para manifestar una voluntad común de embarcarse en proyectos conjuntos. Entre ellos, destacan la creación de zonas de inversión, la mejora de la conectividad marítima y aérea, así como el impulso al intercambio de conocimientos entre emprendedores y la exploración de oportunidades aún no descubiertas. Todo esto ocurre en un contexto mundial que avanza hacia una reconfiguración de las alianzas económicas basada en la flexibilidad y la complementariedad, en lugar de la dependencia de los centros tradicionales de poder económico.

La apuesta conjunta de Marruecos y Brasil por la cooperación Sur-Sur no representa solo una ambición económica, sino también un mensaje político claro: los países del sur global tienen la capacidad de generar asociaciones de valor agregado sin quedar relegados al papel de simples satélites de los grandes bloques de poder. Si esta vía logra desarrollarse con firmeza y compromiso mutuo, podríamos estar ante una experiencia pionera capaz de reequilibrar las dinámicas de la economía internacional y abrir horizontes más amplios para el desarrollo autónomo y justo de los pueblos de ambas regiones.

Este acercamiento entre Rabat y Brasilia no es simplemente un titular más en medio del torbellino de acontecimientos internacionales. Es una señal contundente de que el mundo ya no está regido únicamente por la lógica Norte-Sur, y que desde el corazón del sur también pueden construirse puentes, formularse alternativas y trazarse nuevos caminos hacia el futuro.

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