La revista francesa Causeur: Una mano extranjera detrás de los intentos de desestabilizar a los servicios de seguridad e inteligencia marroquíes, mientras Marruecos se impone como un actor clave de la estabilidad regional

Por ALDAR / Meryem Hafiani
La revista francesa Causeur, en su edición del 29 de agosto de 2025, publicó un extenso informe dedicado a lo que calificó como una “guerra entre los servicios de seguridad marroquíes o intentos de desestabilización procedentes del exterior”, en el contexto del creciente papel de Marruecos como potencia regional en el ámbito de la seguridad y la inteligencia, especialmente en la zona sahelo-sahariana.
La revista subraya que el reciente acercamiento entre París y Rabat, tras el reconocimiento por parte de Francia de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, no se limitó a una dimensión diplomática. Estuvo acompañado por un fortalecimiento sin precedentes del papel de los servicios de inteligencia marroquíes, considerados ahora como actores esenciales de la estabilidad regional.
El informe se detuvo en la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), dirigida por Mohamed Yassine Mansouri, que brindó un apoyo decisivo al ejército nigerino en sus operaciones contra Boko Haram, además de sus intervenciones en asuntos regionales sensibles, como la mediación en torno al presidente nigerino Mohamed Bazoum. La revista también recordó la trayectoria de Mansouri, un civil en un ámbito durante mucho tiempo reservado a los militares, lo que permitió otorgar al servicio una dimensión institucional y diplomática renovada.
Al mismo tiempo, Causeur destacó el papel de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST), dirigida por Abdellatif Hammouchi, que ha consolidado su reputación como un actor imprescindible en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada. La DGST ha contribuido al desmantelamiento de redes criminales transnacionales y ha proporcionado a sus socios europeos información precisa que permitió interceptar importantes cargamentos de estupefacientes.
Sin embargo, estos logros, según Causeur, han suscitado celos regionales, en particular por parte de la vecina Argelia. Algunos medios argelinos y españoles han difundido la hipótesis de un “conflicto interno” entre la DGED y la DGST, apoyándose en casos periféricos como el de Mehdi Hajoui, un exfuncionario que abandonó los servicios marroquíes en 2010 y que fue procesado en asuntos judiciales sin relación alguna con una supuesta “guerra de servicios”.
La revista francesa insiste en que no existe ningún elemento tangible que respalde la existencia de una confrontación entre Mansouri y Hammouchi. Por el contrario, ambos responsables se reunieron recientemente en un seminario estratégico conjunto, centrado en la lucha contra las amenazas transnacionales en el Sahel y su vínculo con la seguridad europea.
Causeur concluye afirmando que la retórica en torno a una “guerra de los servicios de inteligencia marroquíes” no es más que el reflejo de maniobras de actores externos que buscan sembrar dudas y socavar la confianza en las instituciones de seguridad del Reino, en un momento en que Marruecos se afirma como una verdadera “torre de control” de la seguridad en el Sahel y el Mediterráneo.