El derribo de un dron maliense por Argelia revela lo oculto: ¿Protege la inteligencia argelina a Iyad Ag Ghali?

ALDAR / Análisis
En un desarrollo que agrava aún más las tensiones entre Argelia y Malí, las fuerzas argelinas derribaron un dron perteneciente a las Fuerzas Armadas de Malí cerca de la frontera entre ambos países, en la región de Tinzaouatene. Este incidente ha desatado una avalancha de preguntas, no solo sobre las motivaciones de Argelia, sino también sobre el papel real que desempeña en el conflicto contra los grupos terroristas activos en el Sahel. ¿Fue realmente una defensa de la soberanía nacional, como sostiene Argelia? ¿O la operación esconde intenciones ocultas relacionadas con la protección de una figura terrorista prominente como Iyad Ag Ghali, líder del grupo “Apoyo al Islam y a los Musulmanes”, catalogado como organización terrorista a nivel internacional?
Fuentes militares malienses revelaron que el dron, derribado el 1 de abril de 2025, estaba en una misión de inteligencia especial destinada a rastrear los movimientos de líderes del grupo “Apoyo al Islam y a los Musulmanes”, con Iyad Ag Ghali a la cabeza, buscado internacionalmente por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Según la información, el dron – un Bayraktar Akıncı de fabricación turca, adquirido por Malí en 2024 – sobrevolaba una zona de alta sensibilidad en términos de seguridad, conocida por la actividad de grupos extremistas, a pocos kilómetros de la frontera argelina.
Sin embargo, la sorpresa llegó cuando las defensas aéreas argelinas derribaron el dron sin previo aviso, alegando una “violación del espacio aéreo argelino”, a pesar de que este tipo de operaciones de reconocimiento son habituales y recurrentes en la región, y nunca antes se había registrado un caso de interceptación por parte de Argelia.
El derribo del dron en un momento en que las fuerzas malienses estaban cerca de localizar a uno de los terroristas más peligrosos de la región revive las antiguas acusaciones sobre los vínculos sospechosos entre Argelia e Iyad Ag Ghali. Este último, quien en el pasado fue parte de los movimientos rebeldes tuareg, se ha convertido en el líder de un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda, y actúa con libertad en el norte de Malí, a pesar de estar en la cima de las listas de los más buscados internacionalmente.
Informes de inteligencia de la ONU y otras fuentes mediáticas han señalado desde hace más de una década un apoyo indirecto que ciertos sectores argelinos podrían estar brindando a Ag Ghali, con el objetivo de utilizarlo como carta de presión en los complejos equilibrios regionales. El investigador británico especializado en África del Norte, Jeremy Keenan, ha afirmado en varias ocasiones que “Iyad Ag Ghali no es simplemente un extremista fugitivo de la justicia, sino una figura con profundos vínculos con los servicios de inteligencia argelinos”.
Argelia se esfuerza en los foros internacionales por proyectarse como una potencia regional en la lucha contra el terrorismo, adoptando un discurso de mediación y solución pacífica de los conflictos, especialmente en el Sahel. Sin embargo, a menudo se le acusa de duplicidad, ya que sus acciones contradicen ese mismo discurso. El derribo del dron maliense en este momento crítico plantea interrogantes sobre las verdaderas intenciones de Argelia, especialmente dado que se produjo tras una serie de éxitos militares malienses contra los grupos terroristas, sin intervención argelina, como ocurrió con la eliminación del líder extremista “Fagaga” en diciembre de 2023.
Algunos analistas consideran que lo que está ocurriendo refleja una lucha oculta por la influencia en el Sahel, donde Argelia intenta mantener su papel tradicional como actor principal en el equilibrio regional, mientras que crecen las ambiciones de otros países como Malí, Níger y Burkina Faso, que forman juntos una nueva alianza bajo el paraguas de la “Alianza de Estados del Sahel” (AES), liberándose de las influencias de antiguas potencias coloniales y adoptando una orientación soberanista clara.
En este contexto, se teme que Argelia esté utilizando cartas no declaradas –incluidas figuras extremistas como Iyad Ag Ghali– para obstaculizar cualquier transformación estratégica que no beneficie sus intereses en la región, incluso a costa de la seguridad y estabilidad de sus vecinos.
A pesar de la presión, Malí continúa avanzando con firmeza en su lucha contra las organizaciones terroristas que tienen su base en el norte del país, aprovechando capacidades de inteligencia y tecnología avanzadas, además de una creciente cooperación con actores regionales no tradicionales. El derribo de su dron no parece que la disuada de seguir persiguiendo a los terroristas buscados; al contrario, ha dejado al descubierto el entrelazamiento de intereses en el dossier del terrorismo y la complejidad del desafío que enfrenta.
En definitiva, lo ocurrido no fue simplemente un incidente fronterizo pasajero, sino una revelación de alianzas grises y del peligroso juego que se libra en los bastidores del Sahel africano.