El teniente general Sir Simon Mayall escribe en The Telegraph: El ministro de Asuntos Exteriores acierta al reconocer el plan de autonomía marroquí como la única solución viable para la paz en el Sáhara Occidental

Por Sir Simon Mayall*
Mientras el mundo permanece —con razón— centrado en los acontecimientos actuales en Ucrania y Gaza, la reciente visita del ministro británico de Asuntos Exteriores a Marruecos representa una iniciativa diplomática largamente postergada por la comunidad internacional durante casi medio siglo: la cuestión del Sáhara Occidental. Esta región, administrada por Marruecos desde 1975, ha sido durante décadas objeto de disputa con el Frente Polisario, respaldado por Argelia, en ocasiones de forma violenta.
Esta iniciativa de la diplomacia británica adquiere una importancia especial en el contexto de la nueva Revisión Integrada de Defensa y Seguridad Nacional, y frente al objetivo declarado del gobierno británico de reforzar la seguridad nacional a través del crecimiento económico.
Esta vasta región abarca más de 100.000 millas cuadradas y alberga a unas 565.000 personas —equivalente a la población de Leeds— dispersas en un territorio más extenso que el Reino Unido. La mayoría reside en El Aaiún, la capital administrativa, y en Dajla, que se ha convertido en el puerto de contenedores de más rápido crecimiento en la costa atlántica oriental. Marruecos ha invertido de forma significativa e innovadora en el Sáhara Occidental, creando decenas de miles de nuevos empleos, con muchas más oportunidades prometidas a futuro. Sin embargo, el conflicto regional congelado sigue obstaculizando el pleno desarrollo económico de la región y ha contribuido al deterioro de la situación humanitaria en los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia.
En el marco de un acuerdo de asociación integral y prometedor firmado esta semana entre Londres y Rabat, el Reino Unido ha reconocido por primera vez el plan marroquí de autonomía como la base más creíble, realista y pragmática para lograr una paz duradera en el Sáhara Occidental. Este plan, presentado por primera vez ante la ONU en 2007, representa la única solución viable y sostenible para poner fin al conflicto. Prevé la creación de una región autónoma bajo soberanía marroquí, en la que Marruecos mantendría competencias en defensa y relaciones exteriores, mientras que las autoridades locales ejercerían responsabilidades en materia de justicia, impuestos, infraestructuras, desarrollo económico, cultura y medioambiente.
Al adoptar los principios generales del plan de autonomía, la diplomacia británica se alinea finalmente con la posición de sus principales aliados occidentales, como Francia, España y Estados Unidos, lo cual puede cambiar el equilibrio en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas, y allanar el camino hacia una solución definitiva al conflicto. Esta solución no solo beneficiaría a los habitantes del Sáhara Occidental, sino que también representa —por un amplio margen— la mejor esperanza de prosperidad y desarrollo económico y humano para la región y, en general, para todo el continente africano.
El respaldo del Reino Unido al plan de autonomía marroquí, junto con un amplio paquete de iniciativas culturales y económicas mutuamente beneficiosas, encaja plenamente con lo que el ministro británico de Asuntos Exteriores denomina la política del “realismo progresista”. Este enfoque demuestra que el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido ha comprendido que las corrientes políticas en África están cambiando una vez más, y que el país necesita una visión clara sobre quiénes son sus verdaderos aliados, qué países son socios confiables y cuáles ofrecen soluciones reales a los desafíos del continente.
En este contexto, Marruecos ha demostrado ser un sólido baluarte contra el terrorismo, el extremismo, el crimen organizado, la migración irregular y las actividades desestabilizadoras llevadas a cabo por agentes de Rusia e Irán en el África subsahariana. Además, el plan de autonomía abre prometedoras perspectivas económicas y enormes oportunidades. Seguridad, estabilidad y prosperidad son las claves para resolver las crisis humanitarias en los campamentos de refugiados, contrarrestar los discursos extremistas, frenar las oleadas migratorias y devolver la esperanza. Aquellos que se oponen a este enfoque y se aferran al statu quo suelen tener intereses particulares que no aportan nada a la población local.
Apoyar la estabilidad en el Sáhara Occidental no solo es la decisión política y diplomática correcta, sino que también representa una puerta de entrada a grandes oportunidades económicas para las empresas británicas. La actual asociación entre Reino Unido y Marruecos incluye un paquete de financiación de 5.000 millones de libras esterlinas proporcionado por UK Export Finance, que contribuirá a acelerar el crecimiento económico en toda la región.
El comercio con Marruecos se ha convertido en una historia de éxito silencioso para el Reino Unido. Desde 2018, el intercambio comercial casi se ha duplicado, alcanzando más de 4.200 millones de libras en 2024. Marruecos también desempeña un papel clave en el suministro constante de productos agrícolas a los supermercados británicos durante todo el año, sin perjudicar a los agricultores ni a los pescadores del Reino Unido. Entre los principales productos importados se encuentran los tomates, las sardinas y las frutas rojas.
La ambición británica de convertirse en una superpotencia en energías limpias podría reforzarse enormemente con el acceso a los proyectos solares, eólicos e incluso de hidrógeno verde en Marruecos gracias a esta nueva asociación. Las empresas británicas también pueden desempeñar un papel crucial en el fortalecimiento del sistema sanitario marroquí mediante herramientas digitales, equipos médicos y productos farmacéuticos, además de contar con nuevos mecanismos de protección contra la falsificación de marcas británicas.
Espero que también se hayan discutido oportunidades de cooperación en defensa durante estos encuentros, no solo en cuanto a ventas y formación militar, sino también en la posibilidad de reforzar la colaboración en el Atlántico oriental frente a los nuevos desafíos marítimos.
El Reino Unido y Marruecos mantienen relaciones diplomáticas desde hace más de 800 años. El primer embajador marroquí llegó a Londres en el año 1600, durante el reinado de Isabel I, y el primer tratado comercial entre ambos países se firmó hace más de 300 años. Ahora estamos entrando en una nueva era, en la que afrontamos juntos los desafíos y aprovechamos las oportunidades.
El año pasado, el ministro de Asuntos Exteriores británico habló de un “reinicio” de las relaciones entre Reino Unido y África, y de una asociación estratégica basada en el “realismo progresista”. La renovada alianza con Marruecos —centrada en la seguridad, la estabilidad y la prosperidad— demuestra que esas palabras no fueron simples consignas.
*El teniente general Sir Simon Mayall es un oficial retirado del ejército británico y exasesor del Ministerio de Defensa para Oriente Medio.