La diplomacia argelina en un callejón sin salida de desinformación: una bofetada ruandesa revela la fragilidad del régimen militar

Aldar / Análisis
En una nueva escena que ilustra la confusión del régimen argelino y su incapacidad para controlar su narrativa diplomática, Argelia recibió una dura bofetada del presidente ruandés Paul Kagame, quien desmintió públicamente las alegaciones difundidas por los medios sobre un supuesto apoyo al Frente Polisario durante su visita oficial a Argel.
Mientras el régimen argelino intentaba presentar esta visita como un logro diplomático que respalda su postura sobre el Sáhara marroquí, los hechos desmontaron completamente esta construcción, revelando una vez más los métodos engañosos empleados por los medios oficiales y paraoficiales argelinos, al servicio de agendas desconectadas de la realidad africana cambiante.
Un relato oficial desmentido por la transparencia ruandesa
En clara contradicción con lo difundido por algunas plataformas argelinas, el discurso oficial del presidente Kagame —tanto en su intervención ante la prensa como en el comunicado publicado en el sitio web de la presidencia ruandesa— no contiene ninguna referencia, ni directa ni indirecta, al tema del Sáhara ni al apoyo al Polisario. Esto deja al descubierto la campaña de desinformación con la que Argelia intentó involucrar a Ruanda en un conflicto regional que no le concierne.
El presidente Kagame, con su reconocida experiencia política y diplomática, insistió en publicar su discurso completo en el sitio oficial de la presidencia ruandesa como medida preventiva para desmentir cualquier intento de manipular sus palabras, y al mismo tiempo exponer las mecánicas de propaganda del régimen argelino, que no duda en explotar asociaciones bilaterales para fabricar logros ficticios en una causa regional perdida.
Las grabaciones revelan la verdad: Argelia cae en su propia trampa
Paradójicamente, la bofetada de Kigali no se limitó a un desmentido verbal. La propia presidencia argelina cayó en la trampa al publicar un video de la rueda de prensa conjunta, en el que queda claro que el presidente ruandés no mencionó en ningún momento al Polisario. A pesar de ello, los medios argelinos continuaron difundiendo una narrativa fabricada que refuerza la hostilidad constante hacia Marruecos.
Esta discrepancia entre lo que se difundió mediáticamente y lo que documentaron oficialmente las instituciones ruandesas y argelinas refleja una crisis estructural de confianza dentro del régimen argelino y pone de manifiesto la falta de una estrategia diplomática madura capaz de construir alianzas basadas en el respeto mutuo, en lugar del chantaje y la falsedad.
“X” desmonta las mentiras: el Sáhara no figura en la agenda ruandesa
La postura neutral de Ruanda no se limitó a los discursos oficiales ni a las ruedas de prensa. También se reflejó en la publicación de la presidencia ruandesa en la plataforma “X” (anteriormente Twitter), que tampoco hizo mención alguna al tema del Sáhara. Esta cuidadosa estrategia comunicacional demuestra que Ruanda sigue una política exterior equilibrada, que protege sus intereses regionales y evita dejarse arrastrar por agendas de países aislados política y económicamente.
Argelia frente al aislamiento africano
La experiencia ha demostrado que el régimen argelino se enfrenta hoy a una nueva realidad africana, en la que las alianzas se construyen sobre bases sólidas de cooperación económica y desarrollo, lejos de los discursos separatistas y de la diplomacia manipuladora. Los intentos de Argelia por atraer socios africanos al campo del Polisario han quedado obsoletos, mientras los países del continente —entre ellos Ruanda— adoptan posturas basadas en la soberanía y el interés nacional, y no en lealtades ideológicas del pasado.
Lo ocurrido durante la visita del presidente Kagame a Argel no fue un simple malentendido mediático, sino un indicador claro de la fragilidad del sistema propagandístico del régimen argelino, que intenta engañar tanto a la opinión pública nacional como internacional. Es un nuevo momento de revelación que deja al régimen en una posición incómoda, primero ante su propio pueblo y después ante sus “socios” africanos e internacionales.
Una vez más, la máscara de la narrativa oficial ha caído. Y hoy resulta evidente que Argelia ya no es capaz de ganarse el respeto de sus “aliados” mediante la credibilidad, sino que se ve obligada a recurrir a la falsificación… lo que explica sus fracasos recurrentes a la hora de reunir apoyo para una causa perdida tanto política como históricamente.
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