Mawazine 2025 comienza con desorden: la prensa marroquí relegada en medio de una preocupante desorganización

Análisis / ALDAR
Detrás del brillo y la fama del festival “Mawazine – Ritmos del Mundo”, la edición de 2025 ha dejado al descubierto, desde su jornada inaugural, serias deficiencias organizativas, especialmente en el área de comunicación y prensa. Para muchos periodistas marroquíes, el arranque del evento fue decepcionante, marcado por una caótica gestión y preguntas legítimas sobre cómo se maneja la relación con los medios dentro del festival.
Desde las primeras horas del día de apertura, se repitieron escenas de confusión en los pasillos del centro de prensa. Periodistas y fotógrafos marroquíes —algunos de medios reconocidos a nivel nacional— tuvieron que esperar durante horas en filas desorganizadas para obtener sus credenciales, sin orientación clara ni asistencia adecuada. Otros se encontraron con la sorpresa de que sus nombres no figuraban en las listas, a pesar de contar con correos de confirmación previa por parte de la organización. La situación rozaba lo absurdo, como si se tratara de un evento improvisado, y no de un festival internacional con más de veinte años de trayectoria.
Más indignante aún fue el trato desigual hacia los medios internacionales. Periodistas llegados de Europa y Asia fueron recibidos con atención preferente: sus acreditaciones fueron entregadas rápidamente, se les asignaron accesos exclusivos y personal de apoyo para facilitar sus desplazamientos en las diferentes áreas del festival. Esta diferencia de trato no pasó desapercibida y fue interpretada por muchos periodistas marroquíes como un favoritismo injustificado e incluso como una forma de exclusión que contradice el espíritu de colaboración que debería prevalecer entre el festival y la prensa nacional.
Ante la ausencia de explicaciones o disculpas oficiales por parte del equipo de comunicación del festival, es legítimo cuestionar por qué estos fallos se repiten edición tras edición, y por qué los medios marroquíes —que siempre han acompañado al festival— son tratados con tal grado de indiferencia.
El éxito de Mawazine no puede sustentarse únicamente en escenarios deslumbrantes y artistas internacionales. Requiere también una relación sana y respetuosa con los actores locales, en especial con los medios nacionales. Ignorar este aspecto fundamental es debilitar la base misma del festival, por muy atractiva que sea su imagen pública.
Mawazine debe ser una celebración de la cultura y el encuentro. Mientras se mantenga al margen a la prensa local, la credibilidad del festival seguirá en entredicho.