Argelia destituye al enviado del “Polisario” en Ginebra… otro golpe a la causa separatista

ALDAR / Iman Alaoui
Las autoridades argelinas han destituido de forma repentina y sin ofrecer ninguna explicación oficial al mauritano Oubi Bouchraya Bachir, quien ocupaba el cargo de supuesto “representante del Frente Polisario en Ginebra”. Esta decisión confirma, una vez más, que el Frente no goza de autonomía en su toma de decisiones, sino que actúa bajo la tutela directa del régimen argelino, que trata a sus cuadros como piezas intercambiables en función de sus intereses políticos.
Oubi Bouchraya era considerado una de las figuras clave en las que el Frente había depositado su confianza en los últimos años para intentar influir en las plataformas de las Naciones Unidas y las organizaciones europeas de derechos humanos, especialmente en el seno del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Sin embargo, su desempeño, al igual que el de otros dirigentes, no logró ningún avance diplomático notable, en un contexto marcado por la fragilidad del discurso separatista y el creciente respaldo internacional a la propuesta marroquí de autonomía. Asimismo, los rápidos cambios geopolíticos en África y la continua retirada de reconocimientos a la autoproclamada “República Saharaui” han reducido significativamente el margen de maniobra del Frente.
La destitución también refleja las profundas fisuras internas dentro del Polisario, con señales crecientes de enfrentamientos entre distintas corrientes: algunas leales por completo a la dirección argelina, mientras que otras empiezan a mostrar su descontento ante la instrumentalización política de la cuestión del Sáhara por parte del régimen de Tebboune. Esta decisión coincide además con un aumento del malestar en los campamentos de Tinduf, donde se multiplican las protestas contra la corrupción y la mala gestión, al tiempo que disminuye la ayuda internacional y crece el desinterés global por el discurso obsoleto del Frente.
Por otro lado, Marruecos sigue consolidando su posición regional e internacional, mediante la movilización de apoyos constantes a su propuesta de autonomía y el liderazgo de proyectos estratégicos en el Sáhara marroquí, lo que deja al Polisario cada vez más aislado frente a una nueva realidad que no favorece su agenda separatista. Argelia, que durante décadas manejó los hilos del Frente Polisario, parece incapaz de adaptarse a estos cambios y se ve forzada a prescindir de figuras que han fracasado en justificar el costoso apoyo a una organización que ha perdido hace tiempo toda legitimidad política y moral.