Llamamientos terroristas alarmantes desde el seno del Polisario para inspirarse en las tácticas de Hamás con el fin de atacar a Marruecos desde territorio argelino

Aldar / Zakaria El Jabri
Bachir Mustafa Sayed, uno de los principales dirigentes del Frente Polisario, ha lanzado declaraciones de carácter terrorista extremadamente peligrosas, en las que llama abiertamente a adoptar los métodos de las Brigadas Al Qassam —el brazo armado de Hamás— para llevar a cabo operaciones militares contra Marruecos desde los campamentos de Tinduf, ubicados dentro del territorio argelino. Este llamamiento explícito a imitar tácticas utilizadas por una organización considerada terrorista por varios países plantea al conjunto de la comunidad internacional una responsabilidad ética y de seguridad urgente: ¿acaso es posible seguir ignorando la verdadera naturaleza del Polisario?
En una intervención difundida por medios afines al Frente, Bachir Mustafa Sayed no se limitó a un discurso de incitación teórica, sino que fue más allá al proponer una “estrategia operativa” que incluiría la fabricación local de armas dentro de Tinduf y la excavación de túneles similares a los utilizados por Hamás en Gaza, con el objetivo de lanzar ataques relámpago contra las fuerzas marroquíes y luego retirarse a través de dichos túneles.
La gravedad de este discurso no radica solo en su tono beligerante, sino en su clara adopción de técnicas empleadas por grupos terroristas prohibidos, lo que representa un giro radical en el enfoque del Polisario: de un movimiento separatista que se autoproclamaba “luchador político”, a una organización armada que asume abiertamente prácticas de violencia transfronteriza.
Lo más preocupante es que estas declaraciones fueron emitidas desde los campamentos de Tinduf, que están bajo soberanía argelina. Esto suscita serias interrogantes sobre el papel de Argelia, no solo como respaldo político y diplomático del Polisario, sino como anfitrión de una organización que planifica abiertamente actos hostiles contra un Estado soberano como es el Reino de Marruecos.
¿Se ha convertido Argelia en un simple “anfitrión pasivo” o su silencio ante este tipo de declaraciones equivale a una complicidad implícita? Si se confirma que esta incitación ocurre en territorio argelino y con el conocimiento de sus autoridades, esto colocaría al Estado argelino en una clara contravención del derecho internacional, que prohíbe albergar o apoyar a grupos de carácter terrorista.
Por su parte, Marruecos continúa mostrando contención, pero enfrenta con firmeza cualquier amenaza a su seguridad nacional, ya provenga del Polisario o de aquellos que lo cobijan y respaldan. Cabe destacar que las Fuerzas Armadas Reales del Reino disponen de capacidades suficientes, tanto en inteligencia como en disuasión, para garantizar la estabilidad regional. No obstante, también son plenamente conscientes de la importancia de denunciar estas peligrosas derivas ante los foros internacionales.
Marruecos no apuesta únicamente por la fuerza militar, sino también por desvelar la verdadera cara del Polisario, que se presenta como un movimiento “de liberación” mientras cae progresivamente en el extremismo alimentado por discursos de violencia y caos.
Las declaraciones de un líder del Frente que aboga por adoptar tácticas de una organización terrorista internacionalmente conocida constituyen un punto de inflexión que no puede ser ignorado. Es un momento decisivo que impone a la comunidad internacional, y en particular a las organizaciones regionales y multilaterales, abrir un debate serio sobre la urgente necesidad de clasificar al Polisario como una organización terrorista que amenaza la seguridad y estabilidad del norte de África.
Insistir en tratar a esta entidad como un actor político dentro de un conflicto regional resulta hoy en día absurdo, cuando sus dirigentes hacen llamamientos a la fabricación de armas, a la excavación de túneles y a la ejecución de ataques al estilo de milicias armadas.
Las palabras de Bachir Mustafa Sayed no son un simple desliz, sino el reflejo de una desviación profunda en la doctrina del Polisario y de su transformación progresiva en un brazo armado descontrolado, que amenaza a los Estados al adoptar herramientas propias de grupos extremistas. En este contexto, la clasificación como organización terrorista deja de ser una opción política y se convierte en una necesidad urgente de seguridad impuesta por los hechos, que exige una respuesta internacional decidida antes de que la amenaza se traduzca en una realidad palpable sobre el terreno.