Las balas traicioneras del régimen argelino acaban con la vida de un jugador marroquí y desatan una ola de indignación y condena generalizada

ALDAR / Sara Loukili
En un nuevo y trágico episodio que se suma al historial de agresiones repetidas contra ciudadanos marroquíes, el joven marroquí Osama Hammam, exjugador del club Amal Al-Aroui en la provincia de Nador, fue asesinado por disparos del ejército argelino. El hecho, calificado como un “acto terrorista”, ha provocado una ola de indignación tanto dentro como fuera de Marruecos.
Este crimen no solo ha despertado la ira por su brutalidad, sino también por formar parte de una serie de ataques sistemáticos dirigidos contra jóvenes marroquíes inocentes, sin justificación ni respeto por el derecho internacional o los principios más básicos de los derechos humanos. Este último incidente recuerda tragedias similares ocurridas en las zonas marítimas fronterizas con Argelia, en la región de Saïdia, lo que refleja —según analistas— una preocupante imprudencia por parte del régimen argelino hacia sus vecinos.
Osama Hammam, conocido por su alto nivel moral y su impecable trayectoria deportiva, soñaba con un futuro mejor antes de ser alcanzado por las balas de la traición, que no distinguen entre un deportista y un joven desarmado, lo que agrava aún más el dolor y la magnitud de la pérdida.
El incidente ha reavivado serias preguntas sobre el silencio de la comunidad internacional ante tales violaciones, y sobre los riesgos de una escalada argelina en la región, especialmente ante la ausencia de rendición de cuentas o responsabilidad real. Mientras el Reino de Marruecos sigue aferrado a la vía pacífica y al buen vecindad, la respuesta del otro lado es una escalada sobre el terreno que no respeta la santidad de la vida humana.
Que Dios tenga en Su infinita misericordia a Osama Hammam, lo acoja en Su paraíso y conceda paciencia y consuelo a su familia y seres queridos.