De Ahmad al-Mansur al-Dhahabi a Mohamed VI y Moulay El Hassan… La cadena de gloria marroquí continúa
De Ahmad al-Mansur al-Dhahabi a Mohamed VI y Moulay El Hassan… La cadena de gloria marroquí continúa

Editorial / Meryem Hafiani – ALDAR
En una escena cargada de simbolismo e historia, el rey Mohamed VI eligió vincular el glorioso pasado de Marruecos con su prometedor futuro al dar el nombre del sultán Ahmad al-Mansur al-Dhahabi a la nueva promoción de oficiales de las Fuerzas Armadas Reales, durante un majestuoso desfile militar con motivo del 26º aniversario de la Fiesta del Trono.
Una decisión real que consagra una visión profundamente arraigada del concepto de Estado marroquí —no como una simple acumulación de eventos políticos, sino como un proyecto nacional coherente que une la memoria viva con una visión soberana a largo plazo.
Al-Mansur al-Dhahabi, quien gobernó Marruecos en el apogeo de su poder en el siglo XVI, no fue un sultán cualquiera: fue el artífice de una era dorada durante la cual Marruecos alcanzó la cima de su prestigio y expansión territorial, desde las costas atlánticas hasta las profundidades del Sahara africano. Venció en la batalla de Uad al-Makhazin, impuso el respeto por Marruecos en el equilibrio de poder internacional e inauguró una etapa de prosperidad sin precedentes en los ámbitos militar, diplomático y científico. En todo ello, fue símbolo de liderazgo firme y visión estratégica.
Hoy, al dar su nombre a una promoción de oficiales, el rey Mohamed VI no solo evoca la historia, sino que transmite su significado. Entre el sultán fundador y el rey renovador —con el príncipe heredero Moulay El Hassan entre ambos— se forma la cadena del mando marroquí, donde las generaciones heredan el honor de portar las armas y los valores de pertenencia a una patria con un pasado inolvidable y un futuro inaplazable.
Este gesto simbólico transmite un mensaje nacional a la juventud militar marroquí: Sois la continuidad de quienes forjaron la gloria. Portar armas en Marruecos no es solo una misión de seguridad, sino una expresión de pertenencia con raíces, contexto e identidad dentro de un proyecto civilizatorio integral. Es una llamada a que estos oficiales sean guardianes fieles de la patria, como lo fue al-Mansur en tiempos de grandes desafíos.
La decisión real tiene también una dimensión educativa y soberana, que recuerda que el ejército marroquí no es solo una institución organizada, sino una memoria viva y una identidad en constante renovación. En la concepción del Estado marroquí moderno, las Fuerzas Armadas no están separadas del proyecto nacional, sino que encabezan su realización, desde la defensa de la unidad territorial hasta la protección de los intereses supremos del Reino.
Y mientras el príncipe heredero Moulay El Hassan se encuentra al lado de su padre, el rey Mohamed VI, en esta ceremonia militar cargada de símbolos, se vislumbra una generación futura profundamente arraigada en los valores de la lealtad y el liderazgo, preparada para portar la antorcha de la continuidad. Es un momento que resume la esencia de Marruecos: un Estado con historia, fuerte en su liderazgo, decidido a proteger su legado y a construir su futuro con un ejército disciplinado, consciente y profundamente enraizado.
Con este vínculo inteligente entre al-Mansur al-Dhahabi, Mohamed VI y Moulay El Hassan, Marruecos demuestra una vez más que su proyecto nacional no conoce rupturas: se basa en la acumulación de sabiduría y en la renovación constante del pacto entre el trono y el pueblo, para la defensa del territorio, la identidad y la soberanía.