La lealtad de un pueblo desvela la falsedad de las campañas de desinformación

ALDAR/ Meryem Hafiani

Una vez más, algunos medios de comunicación extranjeros han optado por persistir en la difusión de relatos erróneos sobre Marruecos y su liderazgo, intentando socavar la sólida relación que une a los marroquíes con su Rey. Entre estos medios se encuentra el periódico francés Le Monde, que recientemente trató de promover una imagen distorsionada y llena de insinuaciones engañosas sobre el soberano marroquí, Su Majestad el Rey Mohamed VI.

Lo que estos periodistas no comprenden es que los marroquíes no miden su relación con su Rey a través de lo que se escribe en el extranjero, sino mediante una realidad diaria de apego histórico, afectivo y político a su persona y a la institución de la monarquía. Desde que ascendió al trono en 1999, Mohamed VI ha elegido ser un Rey cercano a su pueblo, compartiendo con él las preocupaciones sobre el desarrollo y los desafíos de la época. Esto se ha traducido en grandes proyectos que han transformado el país: infraestructuras modernas, reformas sociales y políticas abiertas a África y al mundo.

La insistencia de ciertos periódicos en tejer “misterios” alrededor del Rey refleja únicamente su incapacidad para comprender el secreto de esta relación única entre gobernante y gobernados en Marruecos. El afecto espontáneo que los marroquíes sienten por su Rey no se basa en propaganda oficial, sino en la convicción profunda de que la estabilidad y el desarrollo solo pueden lograrse mediante un liderazgo confiable y un proyecto nacional unificador.

Mientras algunos en el extranjero apuestan por sembrar dudas y amplificar preguntas artificiales, dentro del país la respuesta se manifiesta en un mayor respaldo a la monarquía y en la firme creencia de que Marruecos avanza con determinación, a pesar de las dificultades y los retos regionales e internacionales.

La historia ha demostrado que las campañas mediáticas hostiles solo refuerzan el apego de los marroquíes a su Rey, y que los intentos de empañar su imagen chocan contra el sólido muro de la lealtad popular.

Mientras algunos se complacen en inventar “secretos”, los marroquíes prefieren un lenguaje más claro: el del amor sincero y la fidelidad arraigada.