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Argelia y el Polisario en el punto de mira: informes revelan prácticas de “esclavitud contemporánea” en los campamentos de Tinduf

Argelia y el Polisario en el punto de mira: informes revelan prácticas de “esclavitud contemporánea” en los campamentos de Tinduf

 

 

ALDAR/ Iman Alaoui

Varias organizaciones internacionales de derechos humanos volvieron a encender el debate en los pasillos del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, tras presentar testimonios estremecedores sobre la situación en los campamentos de Tinduf, en el suroeste de Argelia, donde miles de saharauis sobreviven en condiciones descritas como humillantes e inhumanas. Entre las organizaciones denunciantes figuran CIRAC y CIRID, que alertaron sobre la persistencia de prácticas que equivalen a una “esclavitud contemporánea”, advirtiendo además del reclutamiento de menores, la explotación de mujeres y la privación de derechos básicos. Estas entidades exigieron la apertura urgente de una investigación internacional y el envío de misiones independientes sobre el terreno para esclarecer la realidad de lo que ocurre.

Aunque la problemática no es nueva, la reiteración de testimonios y documentos que evidencian una discriminación sistemática y violaciones graves demuestra, según los observadores, que la situación no ha mejorado en absoluto, sino que se ha agravado. Esto ocurre mientras el Frente Polisario, respaldado por el régimen argelino, insiste en mantener los campamentos en un aislamiento total de toda forma de supervisión internacional, lo que despierta sospechas sobre la voluntad de ambas partes de ocultar hechos embarazosos relacionados con la explotación y la represión.

Activistas señalan que Argelia tiene una responsabilidad directa al albergar los campamentos en su territorio y que su negativa persistente a rendir cuentas la coloca en el banquillo de los acusados ante la comunidad internacional. Los campamentos, convertidos en zonas cerradas fuera del control de Naciones Unidas, se han transformado en un terreno fértil para abusos que van desde el reclutamiento forzoso de niños bajo el pretexto de programas de intercambio, hasta la imposición de restricciones a las mujeres y su exposición a múltiples formas de violencia psicológica y física.

Según distintos analistas, el Polisario instrumentaliza el sufrimiento de miles de refugiados como arma de presión política en el conflicto del Sáhara, despreciando los derechos humanos y la dignidad de las personas. Mientras tanto, el régimen argelino se limita a proporcionar cobertura política y logística a estas prácticas, en una contradicción flagrante con sus compromisos internacionales.

Hoy en día aumentan las voces dentro del Consejo de Derechos Humanos que reclaman una acción inmediata para romper el muro de silencio, mediante el envío de misiones independientes de investigación y permitiendo que las víctimas puedan testificar con libertad. También se exige a Argelia que abra los campamentos a la supervisión de la ONU. El silencio internacional frente a estas violaciones, en medio de la impunidad del Polisario y la complicidad argelina, no hace sino consolidar una realidad dolorosa cuyo nombre es esclavitud y marginación, a miles de kilómetros de Ginebra, donde en teoría los derechos humanos deberían respetarse sin excepción.

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