El espionaje argelino en Francia: Un secreto a voces y cambios regionales que alteran el equilibrio

ALDAR / Análisis
La infiltración de los servicios de inteligencia argelinos en Francia nunca ha sido un secreto, sino un hecho aceptado en los círculos políticos y de seguridad. Sin embargo, París, a pesar de ser consciente de ello, optó por ignorarlo a cambio de la cooperación de Argelia en materia de inteligencia, especialmente en la región del Sahel, donde la autoridad militar argelina jugó esta carta con astucia para obstaculizar cualquier avance marroquí en el expediente del Sáhara.
Pero la entrada del grupo ruso “Wagner” en la ecuación de los equilibrios regionales cambió por completo las reglas del juego. Gracias al apoyo ruso, los países del Sahel lograron recuperar el control de su seguridad interna y combatir las organizaciones terroristas, lo que arruinó la estrategia argelina basada en explotar el caos en su beneficio. Este cambio no solo representó un revés, sino que también provocó la ira del régimen argelino contra Moscú, a pesar de los lazos históricos que los unen.
Para comprender la magnitud de este cambio, basta recordar que la primera reacción de Argelia contra Francia tras las declaraciones del presidente Emmanuel Macron, en las que criticaba al “sistema político-militar” argelino, fue prohibir el sobrevuelo de los aviones militares franceses por el espacio aéreo argelino en su ruta hacia el Sahel.
Desde entonces, los equilibrios han comenzado a cambiar rápidamente. Lo que más preocupa a los generales argelinos es la creciente presencia marroquí en la región, donde el rey Mohammed VI lidera una iniciativa estratégica para romper el aislamiento de los países del Sahel mediante proyectos de desarrollo, en lugar de imponer políticas de seguridad expansionistas como las que promueve Argelia, y que han sido rechazadas abiertamente por los líderes de la región. La prueba más clara de esto es la retirada de Malí en diciembre de 2023 del Acuerdo de Argel con los movimientos separatistas tuareg, lo que representó un duro golpe para los planes del régimen argelino.
Ante estos cambios, las potencias internacionales, encabezadas por Francia, se ven obligadas a respaldar el nuevo enfoque marroquí en el Sahel, que ofrece una alternativa real de estabilidad y desarrollo, en un momento en el que Argelia pierde progresivamente su influencia frente a una realidad geopolítica que ya no favorece sus intereses.