Marruecos y España en la antesala de una etapa decisiva para la delimitación marítima

ALDAR / Iman Alaoui
Las relaciones entre Marruecos y España atraviesan un nuevo giro estratégico con el inicio de negociaciones directas sobre la delimitación de sus fronteras marítimas, un paso que refleja el nivel de confianza mutua y la voluntad compartida de construir una asociación basada en intereses equilibrados. Este avance no se limita a un debate técnico sobre líneas marítimas, sino que simboliza una dinámica política más amplia con la que Rabat y Madrid buscan consolidar una cooperación duradera que supere los tradicionales puntos de fricción.
Marruecos, a través de las declaraciones de su ministro de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, subrayó que su enfoque respecto a este asunto se sustenta en los principios de claridad y en el respeto a las normas del derecho internacional, en particular la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Asimismo, insistió en que cualquier delimitación solo podrá llevarse a cabo en un marco que salvaguarde la soberanía nacional y la integridad territorial del Reino, incluidas las provincias del sur, que siguen siendo un eje sensible en cualquier negociación regional. Esta referencia refleja la firmeza de Marruecos en consolidar los logros jurídicos y diplomáticos alcanzados desde la presentación en 2017 de su expediente para la ampliación de la plataforma continental ante Naciones Unidas, así como la adopción en 2020 de un marco legislativo interno que regula con claridad sus derechos marítimos.
Los observadores consideran que estas negociaciones tienen implicaciones políticas más profundas que su simple dimensión jurídica, ya que se producen tras años de tensiones que marcaron las relaciones entre ambos países, antes de que las discrepancias fueran superadas y se abriera una nueva etapa de cooperación estratégica. Hoy en día, los retos que afrontan Rabat y Madrid no se reducen a la delimitación marítima, sino que abarcan cuestiones más sensibles como la coordinación en materia de seguridad, el control de los flujos migratorios, la cooperación energética y el aprovechamiento conjunto de los recursos marítimos. De este modo, el diálogo sobre la delimitación marítima se convierte en una puerta de entrada para consolidar una asociación avanzada que refleja la conciencia de ambas partes sobre la importancia de la estabilidad tanto en el Mediterráneo como en África.
En definitiva, este paso parece ser un indicador de madurez diplomática recíproca y de la voluntad de transformar el mar de un posible foco de tensiones en un espacio de integración. Y si las negociaciones logran alcanzar soluciones de consenso, ello no solo reforzará la posición de Marruecos y España como socios estratégicos, sino que también contribuirá a establecer un modelo de cooperación regional basado en el diálogo y el equilibrio, en lugar del conflicto y la ruptura.