Qué significa la marroquidad del Sáhara Occidental?

El Sáhara Occidental es la región del norte del continente africano más próxima al océano Atlántico y es parte del territorio de Marruecos. Al advertirse sus enormes bondades geopolíticas, desesperados intereses exógenos fueron rápidamente planeados, buscando trastocar la historia y el derecho irrebatible de Marruecos sobre el Sáhara, para frustrar su referida virtud geopolítica atlántica. Así, raudamente, primero fue creado el Polisario y luego, en un santiamén, la autoproclamada “República Árabe Saharaui Democrática”, que nunca ha sido reconocida por la ONU ni existe para el derecho internacional. El objetivo fue, a cualquier precio, torpedear la marroquidad del Sáhara, que es el reconocimiento de iure y de facto del Sáhara como parte constitutiva e intrínseca del Reino de Marruecos, es decir, que forma parte de su integridad territorial.
La confirmación anterior devino de la irrebatible Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de octubre de 1975, solicitada por la Asamblea General de la ONU, que concluyó que el Sáhara Occidental no era “terra nullius”, es decir, “no era tierra de nadie”, lo que equivale a confirmar que dicho territorio pertenece a Marruecos desde siempre. La Corte afirmó literalmente respecto del reino que “en el momento de la colonización española existían vínculos jurídicos de subordinación”, que son la base suficiente e indispensable del ius imperium estatal y, por tanto, de la soberanía de Marruecos, pues de ninguna otra manera se puede interpretar el concepto de subordinación, que presupone siempre dependencia del poder central, es decir, de Marruecos. Esta sabia y categórica respuesta por parte de la Corte sepultó para siempre la idea, también cundida por los referidos intereses exógenos, de llamar deliberadamente a Marruecos “país ocupante”, pues ningún Estado puede ser así tildado respecto de su propio territorio, es decir, nadie es ocupante de lo que es suyo o le pertenece.
La prudencia del rey Hassan II (1929-1999) dio paso a la histórica Marcha Verde pocas semanas después (6 de noviembre de 1975), mediante la cual los marroquíes se desplazaron efectivizando su referida intrínseca relación con su propio territorio, produciéndose luego la retirada de España, verdadera potencia ocupante en su condición de colonizadora, que se había resistido a dejar el Sáhara en 1956, cuando se produjo la independencia de Marruecos.
Sin entrar en más detalles, quisiera destacar el importante progreso y clima de paz que se vive en el Sáhara marroquí, cuya inmensa mayoría de habitantes participa activamente en la vida nacional marroquí, su patria. Esa es su marroquidad como pueblo (la minoría permanece secuestrada por el Polisario en los campamentos de Tinduf, en Argelia). Pero también el reconocimiento internacional de la soberanía de Marruecos sobre esa región, por la apertura de más de 30 consulados de países de la ONU en el Sáhara marroquí, de conformidad con la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963. Se trata de actos unilaterales soberanos, que son verdaderos espaldarazos a la poderosa cualidad westfaliana marroquí sobre su Sáhara, a los que deben sumarse las adhesiones abrumadoras —más de 115— de la propuesta de autonomía de Marruecos para esa región.
Es tiempo de que la ONU dé el gran paso con realismo político y siga el decurso de las mayorías. Hay una práctica reiterada y permanente sobre el Sáhara marroquí por los referidos actos propios y unilaterales de Estados soberanos, conforme al artículo 38 del Estatuto de la CIJ, fundada en la opinio iuris o momento psicológico de la costumbre, que encaja prodigiosamente con la referida Opinión Consultiva de que no había “terra nullius” de la CIJ, confirmando jurídica y políticamente el Sáhara marroquí.