A pesar de las amenazas arancelarias: la globalización sigue expandiéndose frente a los vientos del proteccionismo

Aldar / Análisis
Con el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, aumentan las preocupaciones sobre el impacto de sus políticas comerciales proteccionistas en el futuro del comercio mundial. El llamado “Día de la Liberación”, como él lo ha denominado, se acerca rápidamente, trayendo consigo nuevos planes para imponer aranceles “recíprocos” que podrían sacudir los cimientos del sistema comercial global. En medio de una desaceleración del comercio de bienes y del creciente peso de la seguridad nacional en las políticas económicas, algunos temen que estas medidas sean la gota que colme el vaso de la globalización.
Sin embargo, los datos y las tendencias reales dibujan un panorama diferente. A pesar de ser la mayor economía del mundo, la participación de Estados Unidos en las importaciones mundiales de bienes ha disminuido hasta situarse en torno al 13 %, frente a casi el 20 % hace dos décadas. Esto lo convierte en un actor importante, pero no en el único capaz de marcar el rumbo de la globalización.
Investigaciones sugieren que las economías globales pueden adaptarse rápidamente a una posible contracción del mercado estadounidense. Incluso en un escenario pesimista en el que Washington detuviera por completo sus importaciones, la mayoría de sus socios comerciales podrían compensar sus pérdidas en pocos años. Hoy en día, Europa y China desempeñan un papel más determinante en el impulso del comercio global, manteniéndose firmes en su defensa del libre comercio, ya sea por motivos económicos o estratégicos.
China, por ejemplo, busca ampliar su influencia económica a través de iniciativas como la Franja y la Ruta, mientras Europa se enfoca en fortalecer su integración interna y cooperar con potencias como China e India. Según informes recientes, países como India, el sudeste asiático y Medio Oriente se espera que contribuyan significativamente al crecimiento del comercio mundial hasta 2029.
Aunque algunos países están prestando más atención a la seguridad de las cadenas de suministro tras la pandemia y la guerra en Ucrania, pocos están siguiendo el enfoque aislacionista de Trump. Las naciones pequeñas y en desarrollo entienden que no pueden mantener un nivel de vida razonable sin comercio. De hecho, muchos gobiernos están tratando de compensar la retirada de EE.UU. mediante la firma de nuevos acuerdos, como lo demuestran los tratados recientes entre la Unión Europea, Mercosur, Australia y los Emiratos Árabes Unidos.
Incluso en los peores escenarios, la posible caída del volumen del comercio mundial no superaría el 10 % en relación con el crecimiento previsto, lo que significa que el comercio mundial seguiría creciendo para 2029. Al mismo tiempo, el mundo está presenciando una transición gradual del comercio de bienes al de servicios —especialmente digitales— que están creciendo a un ritmo mucho más rápido, reflejando una transformación en la estructura de la economía global.
Los expertos señalan que la globalización no se limita al intercambio de bienes. También abarca los servicios, los datos y los flujos de capital. E incluso ante el aumento del proteccionismo, diversos indicadores muestran que la apertura sigue activa, con un incremento en los flujos comerciales, de información y de personas desde 2019 hasta la fecha.
Por lo tanto, las olas proteccionistas que anticipa Trump pueden frenar temporalmente el crecimiento del comercio, pero no podrán revertir su curso. La lógica económica —basada en la rentabilidad y la eficiencia— es más fuerte que los discursos políticos pasajeros. Esa es precisamente la razón por la que la globalización posee una notable capacidad de resiliencia.