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Nuevo revés del Polisario en el corazón de Europa: la Unión Europea consolida su aislamiento y reafirma su apoyo a Marruecos

Nuevo revés del Polisario en el corazón de Europa: la Unión Europea consolida su aislamiento y reafirma su apoyo a Marruecos

 

 

ALDAR / Análisis

La capital belga, Bruselas, fue el escenario, el 21 de mayo, de un momento político revelador de la verdadera situación del Frente Polisario separatista, con motivo de la reunión ministerial conjunta entre la Unión Europea y la Unión Africana. A pesar de sus intentos repetidos de imponerse en la escena internacional, el Polisario se enfrentó una vez más al muro del rechazo europeo, encontrándose en una posición poco envidiable, despojado de cualquier forma de reconocimiento o respeto protocolario.

Aprovechando su estatus dentro de la Unión Africana, el Polisario se coló en esta reunión junto a la delegación argelina, sin ninguna invitación oficial por parte de la organización europea. Esta no dudó en reiterar su posición de principio: la Unión Europea y sus Estados miembros no reconocen a la supuesta “República Saharaui”.

La respuesta europea no se limitó a las palabras, sino que se materializó sobre el terreno, en todos los detalles del trato reservado a los representantes del frente. No se izó ninguna bandera, no se inscribió ningún nombre de manera oficial, ni se les otorgó ningún estatus diplomático. Mientras las demás delegaciones africanas disfrutaban del pleno respeto protocolario, el Polisario fue intencionadamente marginado, relegado a un lugar aislado al fondo de la sala, con una simple hoja en blanco que llevaba un acrónimo no oficial, sin ninguna mención a un Estado o entidad reconocida.

Pero la escena más significativa fue, sin duda, cuando la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores abandonó la sala justo en el momento en que el representante del Polisario tomaba brevemente la palabra. Este gesto ilustró de forma contundente la ruptura total de Europa con esta entidad ficticia, confirmando que no tiene ningún impacto real, salvo reforzar su imagen como un actor marginal sin peso en la ecuación internacional.

Marruecos, por su parte, adoptó una postura de confianza silenciosa, dejando que sus aliados europeos expresaran sus posiciones firmes sin caer en reacciones emocionales. La postura europea, conforme con sus decisiones anteriores, reforzó así el apoyo a la propuesta marroquí de autonomía, la cual goza ahora de un amplio respaldo en el continente europeo.

El contraste es evidente: al intentar obtener cierta legitimidad mediante esta participación forzada, el Polisario en realidad agravó su aislamiento, expuso su fragilidad política y solo fue respaldado por Argelia, que continúa empujándolo obstinadamente al escenario internacional, mientras que todos reconocen su total falta de legitimidad.

Lo ocurrido en Bruselas no es simplemente un fracaso más, sino una confirmación renovada de que la apuesta separatista se derrumba frente a la firmeza de la posición marroquí y el creciente apoyo internacional que esta recibe. El mundo está ahora más convencido que nunca de que la única solución realista y justa al conflicto artificial en torno al Sáhara marroquí pasa por la soberanía de Marruecos y su seria iniciativa de autonomía.

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