El Sáhara marroquí: ¿Se acerca la batalla diplomática a su punto de inflexión tras el reconocimiento de 40 países?
El Sáhara marroquí: ¿Se acerca la batalla diplomática a su punto de inflexión tras el reconocimiento de 40 países?

ALDAR/
La primera causa nacional del Reino de Marruecos está experimentando una transformación estratégica significativa en el equilibrio del apoyo internacional, después de que más de 40 países en todo el mundo hayan expresado abiertamente su respaldo a la plena soberanía de Marruecos sobre sus provincias del sur y hayan apoyado la propuesta de autonomía como una solución seria y realista al conflicto regional fabricado en torno al Sáhara marroquí.
Este respaldo, que crece año tras año, ha dejado de ser meras declaraciones diplomáticas circunstanciales para convertirse en una validación del éxito de una visión marroquí integral, que ha logrado cambiar el enfoque del discurso regional e internacional, transformando los canales de presión política y de derechos humanos —tradicionalmente utilizados por los adversarios de la integridad territorial marroquí— en verdaderas herramientas diplomáticas que refuerzan la legitimidad de la postura marroquí.
Lo que distingue esta etapa actual del expediente del Sáhara es que Marruecos no se ha limitado a acumular apoyos políticos, sino que ha trabajado activamente para consolidar su posición a nivel jurídico e institucional, mediante la apertura de consulados generales de países africanos, árabes y latinoamericanos en las ciudades de El Aaiún y Dajla. Estas iniciativas constituyen un reconocimiento de facto de la soberanía marroquí, más allá del mero simbolismo.
Al mismo tiempo, el desempeño de Marruecos en materia de derechos humanos en las provincias del sur ha experimentado una evolución tangible, a través del fortalecimiento de las libertades, el fomento de la participación política y el lanzamiento de ambiciosos proyectos sociales y de desarrollo. Estos avances han permitido a Rabat neutralizar el uso instrumental de la cuestión de los derechos humanos, que durante mucho tiempo fue uno de los principales frentes de ataque en foros internacionales contra la legitimidad de su posición.
Desde que Marruecos presentó su propuesta de autonomía en 2007, el enfoque internacional sobre el conflicto ha sufrido una transformación notable. Aquella iniciativa, que en su momento fue vista como un avance diplomático significativo, se ha convertido hoy en el pilar central del tratamiento del dossier sahariano en Naciones Unidas, y ha recibido el respaldo de potencias clave como Estados Unidos, Alemania, España y los Países Bajos, además de la mayoría de los países africanos y árabes.
Mientras tanto, el Frente Polisario continúa aferrado a posturas rígidas y a un discurso desfasado, Marruecos se proyecta como un actor pragmático, capaz de proponer una solución realista y aceptada por la población del sur, en consonancia con las resoluciones de la ONU que abogan por una solución política, duradera y mutuamente aceptable.
El avance diplomático de Marruecos no puede desligarse de los cambios tangibles que han tenido lugar sobre el terreno en las provincias del sur. Hoy en día, El Aaiún y Dajla se presentan como modelos de desarrollo e integración económica, impulsados por grandes inversiones en infraestructuras, puertos, energías renovables y enseñanza superior, lo que refleja el éxito de la estrategia de Rabat para vincular la unidad territorial con el desarrollo sostenible.
Además, Marruecos ha sabido mantener un delicado equilibrio diplomático en sus relaciones internacionales, sin alinearse con bloques políticos rígidos, lo que le ha permitido obtener un respaldo diverso desde África, Europa, Asia y América Latina.
Con más de cuarenta países que ya apoyan la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, y un creciente número de reconocimientos tanto políticos como sobre el terreno, puede afirmarse que el expediente ha entrado en una nueva etapa más allá del mero consenso político, encaminándose hacia la consolidación de una realidad jurídica y económica.
Aunque la batalla aún no ha terminado en ciertos foros internacionales, Marruecos parece hoy más preparado, sólido y confiado que nunca, respaldado por una legitimidad histórica, una presencia efectiva sobre el terreno y un apoyo internacional en constante expansión. En cambio, sus adversarios no cuentan más que con lemas vacíos que han perdido fuerza frente a la lógica realista de las transformaciones geopolíticas actuales en la región.