La cuestión del Sáhara: Japón refuerza su apoyo a Marruecos y deja a Argelia en un creciente aislamiento diplomático
ALDAR / Sara El Ouakili
La cumbre TICAD-9, celebrada en Yokohama, reveló una vez más la verdadera posición de las grandes potencias sobre el conflicto del Sáhara. Japón propinó un golpe diplomático a Argelia y a su creación, el Frente Polisario, al reafirmar claramente—por tercera vez en dos días—que no reconoce a la entidad separatista ni mantiene relaciones oficiales con ella. Tokio precisó que las invitaciones para asistir a la cumbre se dirigieron exclusivamente a los países con los que mantiene vínculos diplomáticos establecidos, destacando que la presencia de representantes del Polisario fue resultado únicamente de la insistencia de la Comisión de la Unión Africana, sin ningún respaldo oficial del país anfitrión.
Esta aclaración japonesa no fue simplemente un trámite protocolario, sino una declaración política clara que refleja la firmeza de la postura de Tokio y su profundo entendimiento del conflicto artificial en torno al Sáhara marroquí. También envía un mensaje indirecto que evidencia el creciente aislamiento de Argelia en la escena internacional, tras sus repetidos fracasos al intentar promover su agenda separatista en organismos regionales y globales.
Desde un punto de vista estratégico, esta postura abre la puerta a una nueva etapa en las relaciones Marruecos-Japón. Gracias a su estabilidad política y su posición geoestratégica única que conecta Europa, África y el Atlántico, Marruecos representa un socio natural para Tokio en sus esfuerzos por fortalecer su presencia económica y política en el continente africano. Además, la convergencia entre ambos países en los principios de respeto a la soberanía y a la integridad territorial ofrece una base sólida para ampliar la cooperación bilateral en inversión industrial y tecnológica, así como en seguridad frente a desafíos transnacionales.
Lo más importante es que la posición japonesa se enmarca en un contexto internacional más amplio que respalda el plan de autonomía presentado por Marruecos como la única solución seria y realista al conflicto. En los últimos años, decenas de países han adoptado esta orientación, ya sea abriendo consulados en Laayún y Dajla, o mediante declaraciones políticas explícitas que afirman la soberanía de Marruecos sobre sus provincias del sur. La postura de Tokio se suma así a una serie de posiciones internacionales que consolidan la marroquinidad del Sáhara como una realidad política y jurídica firme.
En este sentido, las declaraciones de Japón en Yokohama van más allá de una simple reacción a las maniobras de Argelia y del Polisario. Constituyen un nuevo hito que confirma que el proceso de reconocimiento internacional avanza de manera constante a favor de Marruecos, mientras que la agenda separatista enfrenta un aislamiento sin precedentes frente a la solidez de la legitimidad y del realismo político.